Es reconocida la leche y los productos derivados de ella, como un alimento natural, de alto valor nutricional y con un admirable balance entre proteínas, grasas, vitaminas y minerales. Es la leche el primer alimento que consumimos al nacer, siendo la lactancia materna la base del desarrollo humano gracias a sus aportes adicionales a la resistencia a enfermedades, formación ósea y desarollo cerebral, entre otros beneficios.
Buen momento para reflexionar sobre la relación entre la dieta de la niñez guatemalteca, los elevados índices de desnutrición aguda y crónica. Sin duda, una preocupación ciudadana de primer nivel.
Si por un lado tenemos a disposición un súper alimento como la leche y los productos lácteos, por otro lado tenemos la tragedia de la desnutrición y mal nutrición priorizada en todos los estudios y estrategias de desarrollo integral nacional sin embargo, resulta incomprensible que NO hayan productos incluidos en los programas de asistencia social del gobierno.
La respuesta desde aquí, desde donde tratamos de promover el consumo lácteo en Guatemala se resumen en: ¿no hay suficiente información sobre los beneficio de los lácteos entre las personas que toman las decisiones al respecto?, ¿existen prejuicios sobre las intolerancia y alergias que los lácteos provocan en algunas personas?, ¿hay mucha influencia de los detractores de la leche en algunos estratos sociales? ¿no se buscan formas prácticas y económicas de proporcionar lácteos a la población?.
Las respuestas a estas preguntas las hemos buscado en otros países que enfrentan dificultades y circunstancia similares a las nuestras. Tales son los casos de República Dominicana, Haití, Honduras, Bolivia, El Salvador pero, en todos ellos, la leche y los productos lácteos están allí: combatiendo este flagelo con apoyos al mejoramiento de la disponibilidad y el acceso de la población a los lácteos. Cada uno de ellos desde sus circunstancias y limitaciones lo hacen; promueven el acceso vía los desayunos escolares, los apoyos directos a las familias pero, en general, se hace el esfuerzo. En 2005 el gobierno pareció comprender la relación entre desarrollo económico rural y la seguridad alimentaria. Apoyó por tres años consecutivos un programa de desayuno escolar con leche mediante el cual 600,000 niños lograron consumir por 150 días al año 200 cl. de leche fluida vitaminada, sin embargo la continuidad del programa se vio comprometida por una carencia de estructura institucional pública y una evaluación de resultados que permitieran la defensa de la buena decisión ante los embates de las decisiones políticas partidistas que suspendieron, hasta la fecha, dicho programa.
Esta experiencia es perfectamente recuperable y podría ser mucho mas efectiva si se pudiera incluir el apoyo a las madres gestantes durante los primeros 1000 días de vida de la niñez guatemalteca, allí incluido un apoyo decidido a la lactancia materna.
Los retos siempre están por delante de la vida, pero hoy, Día mundial de la leche, vale la pena recargar nuestra energía, seguir proponiendo, educando y promocionando el consumo de leche en Guatemala. Los resultado bien valen la pena.